Nadie se va de Nápoles con mal sabor de boca
Cuando viajas a la capital de Campania descubres hasta qué punto puede haber una conexión tan íntima entre la comida y la identidad de un pueblo. El napolitano se siente muy orgulloso de su gastronomía, ¡y no es para menos! Aquí la hora de la comida es mucho más que llenar el estómago con cualquier cosa. Es hacer vida social, compartir ideas, mantener tradiciones y disfrutar. Sobre todo disfrutar.
Cuando reserves tu hotel en Nápoles recuerda que, para conocer la esencia de esta ciudad, necesitas experimentar la vida en sus calles, en sus cafés y en sus restaurantes. Es posible que, teniendo esto en cuenta, te apetezca prolongar un poco más la estancia en la ciudad. Desde luego, no te faltarán planes para saborearla.
Inmersión en la cocina de Nápoles: recetas centenarias
¿Sabías que muchos de los platos tradicionales de la cucina napoletana ya se comían en el siglo XIV? La obra anónima Liber de coquina, escrita en latín en este siglo, es el primer recetario de cocina típica de la región. Una memoria culinaria que no se ha perdido con el paso de los siglos. Y es que lo bueno nunca pasa de moda.
Al igual que en el resto de Italia, es innegable que la pizza tiene un gran protagonismo en la gastronomía de Nápoles, pero no es lo único destacable. La identidad culinaria de la ciudad también se refleja en otros platos ilustres.
En el apartado de los antipasti esos deliciosos bocaditos que te regalas para ir haciendo boca, destaca el crostino napoletano. Desde el punto de vista de la elaboración no es una propuesta muy exigente, ya que básicamente consiste en una rodaja de pan cateto con aceite de oliva, orégano y algún ingrediente extra. Son estos últimos los que aportan personalidad al crostino: con mozzarela y anchoas son toda una delicia.
En los restaurantes es muy común encontrarse con entrantes en forma de assaggio: una degustación de productos como quesos, embutidos y berenjenas maceradas que no está nada mal si sois varios a la mesa o si no tienes pensado continuar con una comida copiosa.
Llega la hora de la pasta, que no suele ser un plato principal en sí sino el previo a otras delicias culinarias. El ragú napoletano ocupa un lugar en especial en el ranking de platos populares. En su versión más básica es pasta con una salsa de tomate que lleva carne, apio y zanahoria. Pero los napolitanos le han dado una vuelta de tuerca a esta propuesta que también se presenta en forma de chuletas rellenas de queso, ajo, perejil y pasas, con tracchiuelle (costillas) o con carne de locena (un corte de ternera entre el pecho y la clavícula). También es muy popular la tortilla de macarrones, una deliciosa forma de transformar las sobras de la pasta en un original plato con queso (parmesano, provola, scamorza…), huevos y salami.
El pescado está muy presente en la cocina napolitana, tanto que incluso te lo puedes encontrar en los puestos callejeros. Es el caso del tradicional cuoppo di mare, un cono de cartón que te rellenarán con estupendas frituras de anchoas, calamares, gambas, sepia… Los fritos también son los protagonistas de uno de sus platos de carne más populares: salsiccia e frarielli. Son salchichas con brócoli crujiente que en ocasiones se sirven sobre una pizza bianca (solo pan y queso).
No hay comida de domingo a la que no se le ponga punto final con un buen café y unas sfogliatelle, tiernos hojaldres rellenos de nata, ricotta o chocolate, o un pedacito de babá napoletano, un dulce con forma de flan y un toque de ron.
