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Bilbao desde el agua y desde las alturas

He perdido la cuenta de la de veces que he ido a Bilbao por viajes de trabajo exprés o para estar dos o tres días disfrutándola. Todas estas ocasiones han hecho posible que ya tenga algunos itinerarios muy definidos, costumbres frecuentes y lugares que, si el tiempo lo permite, siempre visito. 

Un artículo de Javier Ortega Figueiral, Periodista especializado en temas aéreos, marítimos y viajes.

Fue con ocho años. Conocí Bilbao por primera vez en 1980 y de aquel viaje me llevé el recuerdo de una ciudad gris en la que, como contraste y sorpresa, encontré un gran barco de casco blanco atracado en pleno centro, junto al Ayuntamiento. La imagen de aquel buque se me quedó grabada, aunque se la llevó el tiempo y unas riadas que en 1983 lo hundieron en la ría tras 40 años navegando sin problemas en mar abierto.

De su historia me enteré mucho después: fue botado en 1928 para la Trasmediterránea con el nombre de General Sanjurjo y al llegar la república fue rebautizado como Ciudad de Ceuta, de cuyo puerto fue visitante habitual. Estuvo destinado durante décadas en las líneas del estrecho de Gibraltar hasta que en 1975 se retiró de servicio y en lugar de acabar desguazado, una asociación vizcaína acabó comprándolo convirtiendo al buque en su sede social flotante en pleno Bilbao. Hasta que el agua pudo con él y naufragó, irónicamente, en aguas tranquilas.  
De los tiempos del “Consulado de Bilbao” (último nombre del barco) ha pasado mucho tiempo y la ciudad ha ido mudando de piel en las últimas décadas. La reconversión industrial cambió fabricas por nuevos equipamientos, astilleros por museos y zonas industriales por áreas residenciales en una operación urbanística admirable desde finales de los 80 y que aún hoy sigue en marcha.  

Mis lugares favoritos cuando visito Bilbao

He perdido la cuenta de la de veces que he ido a Bilbao por viajes de trabajo exprés o para estar dos o tres días disfrutándola. Todas estas ocasiones han hecho posible que ya tenga algunos itinerarios muy definidos, costumbres frecuentes y lugares que, si el tiempo lo permite, siempre visito.   
Me gusta ver los lugares desde las alturas. La mejor manera de hacerse a la idea de la ciudad y alrededores es subir al histórico funicular de Artxanda, que desde hace 103 años por solo 95 céntimos de euro te lleva hasta los 290 metros de altura. Un mirador privilegiado sobre la ciudad, la zona urbana de la ría e incluso el área de Loiu, donde está el aeropuerto y La Paloma, edificio terminal diseñado por Santiago Calatrava con algunas polémicas corregidas con el tiempo. El funicular une las estaciones inferior y superior en tan sólo tres minutos en los que se pasa del corazón de la ciudad a un área rural donde sólo se oyen los pájaros. 

Ria de Bilbao de noche

Conocer el curioso triángulo

Hay otro lugar que siempre procuro visitar, aunque no está en el centro es muy accesible. permite hacer un curioso triángulo: el puente colgante que une Getxo y Portugalete desde 1893 gracias a una enorme estructura metálica de la que cuelga una barquilla capaz de llevar personas y vehículos sobre la desembocadura de la ría y que ahorra un rodeo de más de 20 kilómetros. Hay dos modos de pasar de un lado a otro: con los usuarios habituales o subiendo a la pasarela superior y recorriendo el trazado a pie por una pasarela de madera con unas vistas que emocionan tanto hacia el Cantábrico como hacia la ría que sigue hasta Bilbao.  
El triángulo que indicaba empieza en el centro: se toma el metro (con un diseño obra del estudio de Norman Foster) de desde Abando o la plaza Moyúa hasta llegar a Areeta (Las Arenas) el lado Getxo del puente colgante. Una vez cruzado por la barquilla o pasarela, se puede recorrer a pie el margen izquierdo de la ría hasta Portugalete, donde tomar un tren de cercanías Renfe de regreso que llega hasta la preciosa estación termino de Abando, un elegante modo de regresar al corazón de Bilbao. 

Navegar por Bilbao

Otra visión chula de la ciudad y su ría es precisamente navegando por ésta. Hay varios servicios de barco turístico e incluso alquiler de lanchas todos los días, salvo de noviembre hasta marzo, cuando los servicios se limitan a los fines de semana. Los barcos y barcas tienen varias referencias visuales fantásticas a lo largo del recorrido: el Museo Guggenheim, la torre Iberdrola, la Universidad de Deusto, el Palacio Euskalduna o los antiguos diques secos, donde antes se construían barcos y ahora acoge un interesante museo marítimo, que cuenta la estrecha relación de Bilbao con el mar a través de la ría, su gran arteria y unión con el resto del mundo.   
En Bilbao me alojé en el Mercure Bilbao Jardines de Albia, con un personal de amabilidad extrema y que está en uno de los lugares más céntricos de Bilbao. A pocos pasos de los jardines que le dan nombre, junto a los juzgados, está la sede del PNV, varias sedes de grandes empresas, bancos y también cafés históricos. Como la cafetería Iruña, abierto desde 1903 y que todos los días del año acoge a quien quiera disfrutar de su famoso 'serranito' un txacoli, unas gildas o unos excelentes pinchos, como en prácticamente todos los bares y restaurantes de la ciudad (lo cual es una bendición para Bilbao) aunque en este caso con sabor de lugar con larga tradición. 

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