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Visita la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre de Jerez

Qué hacer en Jerez de la Frontera además de ir al circuito

Jerez es sinónimo del rugir de las dos ruedas, pero es mucho más. Conocer la bella danza de sus caballos, tapear en los conocidos tabancos o visitar alguna de sus bodegas, son otros planes para enamorarse de la ciudad gaditana

Desde finales de los 80, Jerez se llena cada año de unos visitantes con un rugido muy especial. Las motos se adueñan de sus calles entre humo, marcas de ruedas y sonidos de motores para presenciar el Gran Premio de España de Motociclismo. Como si fuera una peregrinación, miles de aficionados a las dos ruedas de toda Europa acuden en masa al circuito jerezano. Pero aunque sea casi una religión, las motos no es lo único ni mucho menos que cautiva en la ciudad. Jerez de la Frontera es sinónimo de bodegas, caballos, tapeo y un patrimonio monumental muy valioso. Ya sea en moto o caminando, hay que degustarla sorbo a sorbo. Como un buen vino de la tierra. Para ello nada mejor que tomárselo con calma y elegir entre la amplia oferta de hoteles en Jerez de la Frontera. Si se busca un alojamiento a buen precio, moderno e incluso equipado con piscina, un consejo es decantarse por el ibis Jerez de la Frontera y además hacerlo con antelación.
Bodegas de Jerez

Bodegas, tapeo, caballos y patrimonio. Planes que hacer en Jerez de la Frontera

Además de las motos, en Jerez de la Frontera hay otras pasiones aún más arraigadas. Una de ellas son los caballos. Para deleitarse con lo que son capaces de hacer estos animales hay que acudir obligatoriamente a la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Allí se programa el espectáculo “Cómo bailan los caballos andaluces” los martes y jueves y algunos sábados. Una auténtica explosión de arte y doma que dejará boquiabierto a cualquiera.

La gastronomía juega un papel capital cuando hablamos de las cosas que hacer en Jerez de la Frontera. En este caso hay que hablar de la ruta de los tabancos, las tabernas típicas de la ciudad que son herederas de los antiguos despachos donde se vendía el vino de Jerez. “El Pasaje”, “La Bodega”, “San Pablo” o “La Pandilla”, son algunos de los tabancos más populares. Allí, entre flamenco y toneles de vino, podemos degustar tapas de chacina, queso de oveja, callos con garbanzos, tortillitas de camarones o rabo de toro, entre otras muchas.

Los tabancos son lugares idóneos para catar el vino de Jerez, pero los que se queden con ganas de más pueden acudir a alguna de las bodegas para realizar un recorrido guiado y terminar probando los buenos caldos de la tierra. Tío Pepe, Fundador Pedro Domecq o Emilio Lustau son algunas de las más señeras en las que relajarse entre barricas y un aroma cautivador.

Pero en Jerez de la Frontera también hay que perderse por sus calles para deleitarse con su patrimonio. La plaza de la Asunción presidida por la iglesia mudéjar de San Dionisio es uno de sus rincones con más encanto. No hay que olvidar tampoco la catedral del Salvador son su espectacular portada barroca. La bella Cartuja de Santa María de la Defensión, situada a tres kilómetros de la ciudad, el interesante Museo de los Relojes y el Alcázar de Jerez, uno de las pocas construcciones almohades que hay en España, son otras visitas aconsejables.

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